El Revolucionario.
Esta, para mi, es una bonita historia que contar, es un relato de admiración, amor e influencia. Habla del amor a las madres, y yo, quiero muchísimo a la mía.
Christian nació en Normandía rodeado de la belleza que marcó y definió su estilo. Solo un gran pensador sabe inspirarse de la naturaleza de su alrededor, todo lo que pasa desapercibido por el ojo humano pierde la esencia.
Durante su niñez se inspiraría en su hogar, una gran casa de ladrillo rosa y techo gris, en la arquitectura de los paisajes, en su naturaleza. Le hipnotizaba el brillo, la luz y la belleza, podía ‘perderse’ durante horas admirándola.
Pero sobretodo fuente de inspiración, reinó su madre, amante del jardín y las flores (pasión que transmitió al pequeño Dior), su silueta y el perfume.
Su mente creativa no encajaba con las expectativas de fu familia en cuanto a su futuro. Truncado su deseo de estudiar bellas artes, se muda a París como estudiante de ciencias políticas.
Antes de graduarse, enamorado de la gloria de vivir que trasmite La Belle Époque (la última y mas importante influencia), se rodea de creativos; artistas, escritores, intelectuales… todo lo que tuviese que ver con el art nuveau y París, la cosmopolita e inteligente París en la que despierta. Dior se asocia con dos amigos y comienzan a vender obras de arte.
El valor de la amistad.
La amistad fue trascendental, no solo en aquella época, sino para la vida y desarrollo de Dior. Para 1931, su madre había fallecido, su padre arruinado y su hermano gravemente enfermo, al igual que él.
“Al contraer tuberculosis, Christian Dior empezó su tratamiento en las Islas Baleares. Fue entonces que comenzó a dibujar bocetos de moda extraordinariamente expresivos y vibrantes, evocando la imagen de la mujer que perduraría hasta nuestras fechas.”
La elegancia recae en la simplicidad.
Sus amigos ayudaron a superar lo acontecido y le consiguieron un trabajo como dibujante en revistas de moda hasta 1938 donde comenzó a trabajar para Robert Piguet. Aprendió a simplificar, la importancia de las proporciones, la representación de la elegancia. Si R. Piguet era elegancia, Lucien Lelong era tradición. En este departamento creativo es donde conoce a Pierre Balmain, quien introduce en él la semilla de tener, algún día, su propia casa de alta costura.
Tras la guerra, el ambiente poco tenia que ver lo la gloria de La Belle Époque que le cautivó. Según Dior, las mujeres vestían de uniforme, con hombreras y sin forma, les hacia “lucir como cajas“. Mientras tanto, él ideaba mujeres con flores, hombros suaves, faldas largas con vuelo y pequeñas cinturas.
New Look
Revolucionó la moda, mademoiselle Chanel había legado a la moda francesa las líneas sutiles mientas que Dior plasmó la mujer que desde niño adoraba. Trajo la gloria del ayer (antes de la segunda guerra mundial) adecuándola al movimiento y cambio social de la postguerra donde todo había sido muy sencillo, muy austero, “sin forma”.
La vida le cambió, y París y la sociedad, también. Dior fabricaba faldas largas con mucho vuelo, esto significaba cantidades enormes de tela en un momento de escasez; provocativo, diferente y caro para el momento. Esto no lo frenó, con el new look, su éxito fue como la aprobación de su gusto y estilo, 'le dio permiso' para crear.
Para el resto del mundo, París era la perfección, el arte bien terminado, la calidad. Dior lo entendió, comenzando así su expansión por América.
Su arte, sus diseños cambian cada seis meses para estar a la moda y adecuarse a la época del año. Lo que ahora parece muy obvio, por aquel entonces consiguió que toda la sociedad estuviese pendiente de sus diseños, de nuevo.
Christian Dior no fue un hombre de medios, no fue un diseñador como se esperaba. Luchaba internamente entre la figura pública y el niño enamorado del arte, del brillo y de lo bello. Fue un hombre reservado, trabajaba en ambientes calmados y hacia pequeñas escapadas entre colecciones para olvidar lo pasado e inspirarse de nuevo.
Tras su muerte fue un joven Yves Saint Laurent, su asistente por aquel entonces, quien llevo las riendas de la casa Dior, aunque no por mucho tiempo.
Yves es otra historia.
Ahora bien, ¿qué legado nos dejó nuestro late bloomer favorito?
Marc Bohan:
“El fulgor del New Look fue tal que a Marc Boham no le quedó otra que seguir la estela marcada por el maestro. Su paso por Dior –fue duradero, de 1960 a 1989– consistió en una continua adaptación, ligeros retoques aquí y allá elevando las prendas de la casa al armario de la gente de sociedad.”
El eterno olvidado. Con el record de longevidad en la casa Dior (tres décadas), Marc comenzó, primero en Nueva York, y en Dior London, donde se hacia cargo de las colecciones de prêt-à-porter de Dior que se realizaban para algunas capitales para luego pasar a la casa Dior como tal.
Su estilo más tradicional, chocaba con las creaciones que Yves había creado anteriormente, por lo que retomó el legado de Christan Dior con un estilo ladylike. Esto permitió que la casa equilibrase su estilo con las nuevas tendencias.
“Una de sus colecciones más aclamadas fue la que presentó para el otoño-invierno de 1966. Para realizarla tomó como inspiración la película 'Doctor Zhivago' y creó abrigos de tweed con cinturón y ribetes de piel que estaban combinados con largas faldas estampadas y botas negras.”
Supo revivir las marcas secundarias de la casa como Baby Dior, vistiendo a la aristocracia con sus diseños y repuntando las ventas en dichas submarcas. Sus desempeños terminaron poco después de la venta del grupo Boussac, entonces propietario de Dior, con un el primer sucesor Italiano.
Gianfranco Ferré, quien adapto la marca a las fuertes tendencias del momento, el noventero dress for success y el encargado de “pasarlo por el tamiz del refinamiento parisino”.
Tras pocos años, las exigencias de los noventa se quedaban cortas en las manos de Ferré y fue entonces cuando se ficho a un joven extravagante asentado en la casa Givenchy: John Galliano.
Joven, vanguardista, creativo y lleno de referencias; se convirtió en el diseñador estrella de la época. Enamorado de el boudoir, el corte al biés y “por todo aquello que tuviera el más mínimo resquicio de belleza”.
Sus creaciones marcaron la casa Dior para un largo tiempo, difícil de superar, pero su vida personal (o más bien su carácter y excesos) supusieron su expulsión de la casa Dior.
Tras la era de oro de Dior, de extravagancias, tendencias, creatividades locas y muy (pero que muy) afortunadas, la casa entra en una de las eras más delicadas de la mano de Raf Simons.
“Una absoluta delicia. Un nuevo lenguaje entró en Dior, más delicado, más refinado y suave, como una brisa fresca. La chaqueta bar revisada y adaptada, los vestidos impecables, más sutiles; pero de nuevo como una flor vuelta del revés, tallo en el cuerpo y corola en la falda. Colores más frágiles al final, más potentes en el arranque y de nuevo una oda a las flores; esta vez, además, creando una cúpula en los salones.”
Llegamos al aquí y ahora: el mundo de las mujeres.
Maravillosa Maria Grazia Chiuri, residente anteriormente en Valentino.
Desde su primer desfile, tomado como una declaración de intenciones con el we should all be feminist, ha conquistado la casa. Homenajeando a el maestro Dior con colecciones inspiradas en sus gustos, secreto y supersticiones, ha conquistado el mundo moderno con claras defensoras como Chiara Ferragni a quien vistió de novia con una delicadeza, pasión y sentimiento, capturando la esencia de la pareja italiana, y en especial, de la novia.
Hasta aquí el blog de esta semana. Vamos a seguir descubriendo estilos, trascendencias, moda y diseñadores ¡no te lo puedes perder!
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